Carrete adolescente: “van a todas y no están en ninguna”
Muchos padres ven con preocupación las juntas que realiza hoy su hijo adolescente. El horario no sólo es extendido, si no que se divide entre la previa y el verdadero “evento nocturno”.
Invierno o verano, el carrete no para, las fiestas se comunican vía whatsapp, a través de redes sociales, incluso hay quiénes lo comunican en un evento privado que, generalmente, termina siendo demasiado público y con una fila de desconocidos tratando de ingresar al lugar.
Para un adolescente todos los medios sirven con tal de saber dónde será la junta primero. Eso se sabe, lo que no queda muy claro es dónde terminará.
Se va a todas y no se está en ninguna: el celular es un gran aliado para fijar las movidas de la noche, las que generalmente son varias. Todos pululan de casa en casa, de pubs en discotecas, de esquina en esquina.
“Pero si todos lo hacen”. “Van todos, mamá”. “No voy a ser la única que falle…”, suelen argumentar los jóvenes.
En tanto, los padres, tras preguntar al menos “¿Con quién regresas?”, vuelven a consentir: “Estamos demasiado cansados de controlar”, asegura un papá. “No queremos más guerra a las 12 de la noche, cuando recién comienza el carrete. Y el niño o la niña de nuestros ojos vuelve a llegar casi al amanecer pasado a trago y cigarro”.
Todos los fines de semana esto se repite, incluso los jueves está ocurriendo lo mismo y los padres que en su mayoría tienen que levantarse temprano al siguiente día, sufren del trasnoche. Los que tienen los medios necesarios, sienten alivio de este nuevo sistema de taxis que no sólo acarrea a los jóvenes en diferentes estados de lucidez, también les informa a sus progenitores dónde vienen en el trayecto y hasta reporta si en la carrera a casa se detienen por algún motivo.
Durante los veranos casi todos los días ocurre igual… La organización parte definiendo quién comprará “el copete” en las famosas previas para iniciar la noche.
“Pisco a medias”, una botella de pisco para dos, es la dosis para empezar
Las sirenas suenan, los autos circulan a toda carrera. Y los jóvenes y jovencitas, con sus ojos vidriosos y hablar traposo, incluso algunos amenazantes, transitan bamboleantes, riendo sin parar, envueltos en la noche.
Esta es una realidad a la que nos vemos enfrentados en forma permanente. Las cifras hablan del aumento en la ingesta de alcohol en jóvenes y en el incremento de los accidentes de tránsito ocurridos por conducción bajo los efectos del alcohol.
Otro de los grandes problemas es que los chicos inician el consumo cada vez a más temprana edad. Tal y como lo señala Dr. Raúl Schilkrut en su libro DROGA Y ALCOHOL: ENFERMEDAD DE LOS SENTIMIENTOS, el consumo de alcohol en adolescentes es tremendamente nocivo ya que el cerebro de un chico a esa edad, aún no se ha desarrollado.
“El sistema nervioso central de un menor es totalmente distinto al de un adulto. Su corteza prefrontal termina de desarrollarse recién a los 18 años y esta zona es esencial para el control de la impulsividad y de las emociones”.
¿Dónde y cómo encontrar la ayuda necesaria para resolver este problema generalizado? Todo indica que la prevención es una labor importantísima, no sólo debe ser abordada a través de políticas públicas, y educación, si no que los padres son los primeros llamados a ejercer su labor y reforzar su compromiso como guías responsables de estos chicos que están en pleno desarrollo.
Conoce más en schilkrut.cl
Agregar un comentario