Adolescentes: limites y libertad
Muchos padres y adultos señalan que es complejo hoy en día ejercer algún tipo de autoridad sobre los chicos adolescentes.
Que es propio de la etapa que viven, que es culpa de la tecnología que los mantiene presos de sus dispositivos, que todos viven acelerados e incomunicados, son algunas de las causas que se esgrimen.
“Es que los jóvenes actuales exigen que todo sea consensuado, las salidas, los horarios, los amigos, las vacaciones, hasta lo que se va a comer en casa”, cuenta un papá.
Están siempre en la posición de desafiar la autoridad. Muchos adultos expresan estar agotados de este “negociar constante” con ellos.
No saben cómo de un momento a otro la niñita de sus ojos pasó a ser toda una jovencita que quiere salir de carrete más seguido de lo que sus padres consideran apropiado.
Las noticias y lo que se ve a la salida de las juntas juveniles no ayuda a la tranquilidad de esa mamá o papá que ve cómo su hijo comienza a salir, ya no sólo los fines de semana, también “la previa” se trasladan a un día de semana y en más de alguna oportunidad la consecuencia del carrete es llegar de madrugada y con la clara señal de haber bebido algo.
Para algunos adultos crece la sensación de estar enfrentados a un descontrol en el uso de drogas y alcohol.
Como si se tratase de una epidemia, se instala la idea de vivir en el desconcierto, la impotencia y en un entorno amenazante para el desarrollo de sus hijos.
Por otro lado, experimentan la presión que ejercen sus hijos, quienes temen ser excluidos o desadaptados si no asisten a un determinado “carrete”:
“Todos lo hacen”, “¿No quieres que viva mi juventud?”, “¿Prefieres que sea de los pernos?”,
“Soy la única que… ”, son las típicas frases que los van impulsando a ceder.
A ello se suma la prisa que envuelve lo cotidiano. No hay tiempo para pensar ni conversar.
Los padres tienen que aceptar que el control de sus hijos es posible. Este tema es central en el mundo contemporáneo.
El educador y filósofo argentino Jaime Barylko ha señalado que las generaciones previas estuvieron marcadas por “el miedo a los padres”, mientras que en las actuales existe “un miedo a los hijos”:
“En este clima nos criamos, en el de los padres culpables y el de los hijos absueltos a priori… Y es cierto: los padres son culpables. Culpables de hacerse culpables. Culpables del miedo, el miedo a los hijos. Culpables de usar el miedo para eludir responsabilidades de educación, decisión, formación de valores. Culpables de no ser padres o de serlos únicamente a la defensiva… Por miedo a ser gigantescos y represores —continúa diciendo Jaime Barylko—, los padres se retiran de la escena y dejan a los hijos solos, explicándoles que anhelan que se desarrollen en libertad. No se desarrollan en libertad: crecen en el vacío… Ser hijo es enfrentarse con los padres… Si tal enfrentamiento no sucede, no hay crecimiento. El padre que se abstiene no respeta al hijo, simplemente da vuelta la cabeza y mira en otro sentido y cree que de esa manera es moderno”
Tal y como lo señala el Dr. Raúl Schilkrut en su libro Droga y Alcohol, Enfermedad de los sentimientos:
Cada niño para crecer requiere de la autoridad de sus padres.
Correctamente ejercida, la autoridad es el mejor servicio para que los hijos desarrollen su libertad y un camino seguro de mejoramiento personal.
Resulta vital retomar una comunicación real con los hijos, conocer con certeza sus preocupaciones, actividades y que ellos de verdad conozcan nuestras convicciones y lo que nos preocupa.
Tal y como lo hemos señalado en otros artículos de la comunidad Schilkrut, estar involucrados y comprometidos con nuestro hijo adolescente es fundamental para su desarrollo y para actuar como factor de protección al momento de enfrentarse con el consumo de alcohol o drogas.
Si quieres conocer más sobre esto ingresa a schilkrut.cl y revisa el libro Droga y Alcohol: Enfermedad de los sentimientos. Sr Raul Schilkrut y Maite Armendariz
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